viernes, 9 de octubre de 2009

Capitulo 5: El Callejon Diagon I

Laura antes de que Hagrid hiciera magia cerró los ojos, estaba volando pero no se atrevió a abrir los ojos…

Cuando los volvió a abrir se dio cuenta de que estaba en un roca y en medio había una cabaña. ¿Quién viviría allí?-se pregunto a si misma. Caminaron hasta llegar a la puerta.

-Laura aparta un poco-dijo Hagrid.

¡BUM!, llamo a la puerta Hagrid.

¡BUM!, volvió a llamar a la puerta.

UN GOLPE VIOLENTO.

Laura quedo impactada como la puerta caía, pero quedo mas impactada cuando vio a un niño, que llevaba gafas, esa cicatriz que estaba en su frente era inreconosible sabia quien era el, su mejor amigo, el niño que la entendía, el es Harry Potter.

-¿si los Dursley me ven que dirán? ¿le preguntaran a sus tíos sobre lo que es?-pensó-. Sera mejor que me cambie el color de pelo, ummm amarillo estaría bien.

Un segundo después el pelo se le torno amarillo, para que así no la descubrieran, trato de que el pelo le creciese un poco más para que tapara la cicatriz…

Unas horas después…

Le había explicado todo Harry, se quedaron dormidos…

Toc, Toc, Toc.

¿Qué es ese ruido?-pensó Laura-es que uno ya no puede dormir tranquilo en ningún lado

Abrió los ojos, estaba en una cabaña, Harry se estaba despertando, miro hacia la ventana había una lechuza.

-Que linda es-dijo Laura

Harry se incorporo fue a abrir la ventana, Laura se dio cuenta que estaba feliz demasiado feliz, cuando abrió la ventana la lechuza dejo el periódico y empezó a atacar el abrigo de Hagrid.

-No hagas eso-dijo Harry

Harry trato de apartar a la lechuza, pero esta cerró el pico amenazadoramente y continúo atacando al abrigo

-¡Hagrid!-dijo Laura en voz alta-Aquí hay una lechuza

-Págale-gruño Hagrid desde el sofá.

-¿Qué?-dijeron al mismo tiempo Harry y Laura.

-Quiere que le pagues por traer el periódico. Busca en los bolsillos-dijo Hagrid

Harry se puso a buscar en los bolsillos, después de un rato Harry encontró un puñado de monedas de aspecto extraño.

-Dale cinco Knuts-dijo soñoliento Hagrid

-¿Knuts?-pregunto Harry

-Esas pequeñas de bronce.

Harry conto las cinco monedas y la lechuza extendió la pata, para que Harry pudiera meter las monedas en una bolsita de cuero que llevaba atada. Y salió volando por la ventana abierta.

Hagrid bostezo con fuerza, se sentó y se desperezo.

-Es mejor que nos demos prisa. Tenemos muchas cosas que hacer hoy. Debemos ir a Londres a comprar todas las cosas del colegio

Harry y Laura estaban viendo las monedas mágicas. Cuando se dieron cuenta de algo muy importante.

-Mm… ¿Hagrid?-Dijo Laura

-¿Si?-dijo Hagrid, que se estaba calzando sus colosales botas.

-Nosotros no tenemos dinero y ya oíste a mi tío anoche, no va a pagar para que vaya a aprender magia y creo que los de Laura tampoco-Dijo Harry, miro a Laura que estaba mirando por la ventana, todavía tenía el pelo amarillo no se va arriesgar de ponérselo de nuevo a su color natural.

-No te preocupes por eso-dijo Hagrid, poniéndose de pie y golpeándose la cabeza-¿no creerás que sus padres no te dejaron nada?

-Pero si nuestras casas fueron destruida…-dijo Laura que no puedo terminar la frase.

-¿Ellos no guardaban el oro en la casa, muchachos! No, la primera parada para nosotros es Gringotts. El banco de los magos. Coman una salchicha, frías no están mal, y no negare un pedacito de tu pastel de cumpleaños, Harry-dijo el Hagrid mientras le pasaba unas salchichas.

-¿Los magos tiene bancos, Hagrid?-pregunto Harry mientras le daba un mordisco a su salchicha.

-Solo uno. Gringotts. Lo dirigen los gnomos-respondió Hagrid

Laura dejo caer el pedazo de salchicha que le quedaba y pregunto:

-¿Gnomos?

-Aja… Así uno tendría que estar loco para intentar robarlos, puedo decírtelo. Nunca te metas con los gnomos, Laura. Gringotts es el lugar más seguro del mundo para lo que quieras guardar, excepto tal vez Hogwarts. Por otra parte tenía que visitar Gringotts de todos modos. Por Dumbledore. Asuntos de Hogwarts-Hagrid se irguió con orgullo-. En general, me utiliza para asuntos importantes, Buscarlos a ustedes... Sacar cosas de Gringotts… él sabe que puede confiar en mí. ¿Lo tienen todo? Pues vámonos.

Harry y Laura siguieron a Hagrid fuera de la cabaña. El cielo estaba ya claro y el mar brillaba a la luz del sol. El bote que tío Vernon había alquilado todavía estaba allí, con el fondo lleno de agua después de la tormenta.

-¿Cómo llegaron aquí?-pregunto Harry, mirando alrededor.

-Volando-dijo Laura

-¿volando?

-Si…pero vamos a regresar en esto-dijo Hagrid señalando al bote-. No debo utilizar la magia, ahora que ya los encontré.

Subieron al bote. Harry todavía miraba a Hagrid, tratando de imaginárselo volando.

-Sin embargo, me parece una lástima tener que remar-dijo Hagrid, dirigiendo una mirada de soslayo a Harry y Laura-. Si yo… apresuro las cosas un poquito, ¿les importaría no mencionarlo en Hogwarts.

-Por supuesto que no, ¿verdad, Laura?-dijo Harry, mirando a Laura.

-Claro que no diré nada-dicho esto Hagrid saco el paraguas rosado, dio dos golpes en el borde del bote y salieron a toda velocidad hacia la orilla.

-¿Por qué tendría que estar uno loco para intentar robar en Gringotts?-pregunto Harry.

-Hechizos… encantamientos-dijo Hagrid, desdoblando su periódico mientras hablaba-… Dicen que hay dragones custodiando las cámaras de máxima seguridad. Y además, hay que saber encontrar el camino. Gringotts está a cientos de kilómetros por debajo de Londres, ¿sabes?, muy por debajo del metro. Te morirías de hambre tratando de salir, aunque hubieras podido robar algo.

Harry permaneció sentado, mientras Laura pensaba: ¿Cómo será la cámara de sus padres?, ¿Hogwarts será lindo?, ¿Gringotts en donde queda?, cuando Hagrid hablo sacándola de sus pensamientos.

-El ministerio de Magia está confundiendo las cosas como de costumbre-murmuro Hagrid, dando vuelta a la hoja.

-¿Hay un ministerio de Magia?-pregunto Harry.

-Por supuesto-respondió Hagrid-. Querían que Dumbledore fuera el ministro, claro, pero el nunca dejara Hogwarts, así que el viejo Cornelius Fudge consiguió el trabajo. Nunca ha existido nadie tan torpe. Así que envía lechuzas a Dumbledore cada mañana, pidiéndole consejos.

-Pero ¿Qué hace un Ministerio de Magia?-pregunto Laura

-Bueno, su trabajo principal es impedir que los muggles sepan que todavía hay brujas y magos por todo el país-respondió Hagrid.

-¿Por qué?-esta vez fue Harry quien pregunto.

-¿Por qué? Vaya, Harry,-dijo Hagrid mirándolo-todos querrían soluciones mágicas para sus problemas. No, mejor que nos dejen tranquilos

En aquel momento, el bote dio un leve golpe contra la pared del muelle. Hagrid doblo su periódico y subieron los escalones de piedra hacia la calle.

Los transeúntes miraban mucho a Hagrid, mientras recorrían el pueblecito camino de la estación, y ellos no se lo podían reprochar: Hagrid no solo era el doble de alto que cualquiera, sino que señalaba cosas totalmente corrientes, como los parquímetros, diciendo en voz alta:

-¿Ven eso? Las cosas que esos muggles inventa, ¿verdad?

-Hagrid-dijo Harry, jadeando un poco mientras correteaba para seguirlo-, ¿no dijiste que había dragones en Gringotts?

-Bueno, eso dicen-respondió Hagrid-. Me gustaría tener un dragón.

-¿Te gustaría tener uno Hagrid?-pregunto Laura.

-Quiero uno desde que era niño… Ya llegamos-dijo Hagrid.

Habían llegado a la estación. Salía un tren para Londres cinco minutos mas tarde. Hagrid, que no entendía “el dinero muggle”, como lo llamaba, dio las monedas a Harry para que comprara los billetes.

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