sábado, 12 de diciembre de 2009

Capitulo 8: El Sombrero Seleccionador I

La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo.

—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.

—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Perretti en él. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores. Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Se podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.

—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.

»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque.

»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible -Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja izquierda, y en la nariz manchada de Ron.

—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperad tranquilos.

Salió de la habitación.

—¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos? —preguntó Laura a Ron.

—Creo que es una especie de prueba. Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.

El corazón de Laura dio un terrible salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el

colegio? Pero ella no sabía nada de magia todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así,

justo en el momento en que acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio

que los demás también parecían aterrorizados. Nadie hablaba mucho, salvo Hermione

Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se

preguntaba cuál necesitaría. Laura se fijo en la chica con la que se había tropezado en el expreso estaba nerviosa también, pero… ¿Por qué se le hacía familiar a Laura?.

Entonces sucedió algo que le hizo dar un salto en el aire... Muchos de los que estaban atrás gritaron.

—¿Qué es...?

Resopló. Lo mismo hicieron los que estaban alrededor. Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás. De un color blanco perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por lo visto, estaban discutiendo. El que parecía un monje gordo y pequeño, decía:

—Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...

—Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?

El fantasma, con gorguera y medias, se había dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.

Nadie respondió.

—¡Alumnos nuevos! —dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos—. Estáis esperando la selección, ¿no?

Algunos asintieron.

—¡Espero veros en Hufflepuff—continuó el Fraile—. Mi antigua casa, ya sabéis.

—En marcha —dijo una voz aguda—. La Ceremonia de Selección va a comenzar. La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta

—Ahora formad una hilera —dijo la profesora a los de primer año— y seguidme.

Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Laura se puso detrás de

un chica de pelo oscuro, con Hermione tras ella. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el

vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.

Laura nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido. Estaba iluminado

por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los

demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de

oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban

los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los

hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus

espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz

brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso

brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Laura levantó la vista y vio un techo de

terciopelo negro, salpicado de estrellas. «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts» -penso Laura, ya que habia leído el libro.

Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos

Bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.

Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:

Oh, podrás pensar que no soy bonito,

pero no juzgues por lo que ves.

Me comeré a mí mismo si puedes encontrar

un sombrero más inteligente que yo.

Puedes tener bombines negros,

sombreros altos y elegantes.

Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts

y puedo superar a todos.

No hay nada escondido en tu cabeza

que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.

Así que pruébame y te diré

dónde debes estar.

Puedes pertenecer a Gryffindor,

donde habitan los valientes.

Su osadía, temple y caballerosidad

ponen aparte a los de Gryffindor.

Puedes pertenecer a Hufflepuff

donde son justos y leales.

Esos perseverantes Hufflepuff

de verdad no temen el trabajo pesado.

O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,

Si tienes una mente dispuesta,

porque los de inteligencia y erudición

siempre encontrarán allí a sus semejantes.

O tal vez en Slytherin

harás tus verdaderos amigos.

Esa gente astuta utiliza cualquier medio

para lograr sus fines.

¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!

¡Y no recibirás una bofetada!

Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).

Porque soy el Sombrero Pensante.

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